sábado, 13 de febrero de 2016

Artículo para la reflexión

El maestro como ser político
Hader Calderón, Dayro León Quintero López

No es posible ejercer la tarea educativa sin preguntarnos por nuestra concepción de seres humanos. Somos seres históricos que nos hacemos y rehacemos socialmente, y, por ende, seres incompletos. Inacabados y conscientes del inacabamiento, abiertos a la búsqueda, curiosos, ejercitamos nuestra capacidad de aprender y de enseñar, cuanto más nos hagamos sujetos y no puros objetos del proceso (Freire, 1997).

Nuestra presencia en el mundo nos compele a hacer elecciones y tomar decisiones, esto es, asumir posturas ético-políticas coherentes con nuestros horizontes de sentido.  Y el hecho de que el mundo no sea necesariamente esto o aquello, y que los seres humanos seamos proyectos, y al mismo tiempo podamos tener proyectos para el mundo, hace que la educación tenga sentido, porque para ser, los seres humanos necesitamos estar siendo (Freire, 2012). De ahí, que la praxis educativa se constituya sustantivamente en una práctica político-pedagógica, en tanto “la naturaleza de la praxis educativa es política en sí misma. Y por eso, no es posible hablar siquiera de una dimensión política de la educación, pues toda ella es política” (Entrevista dada por Freire a Rosa María Torres, 1985).

Reconocer el carácter político de la educación nos exige considerar la educación en su globalidad, y estrechamente vinculada con el proyecto global de sociedad, a las prioridades que ese proyecto demanda y a las condiciones concretas para su realización (Freire, 2007). Por eso, resulta imposible desarrollar una praxis educativa en cualquier nivel o ámbito, en la que previa o concomitantemente, no se tomen en serio problemas como repensar contextualmente los currículos, las metodologías, y las intencionalidades formativas, para que dialoguen con las potencialidades, necesidades y aspiraciones de las comunidades territoriales.

Las múltiples trayectorias sobre las que se anclan las tipologías simbólicas de los maestros están habitadas por la condición pública de su oficio, que convierte el acto de enseñar en un escenario político, al traducir la teleología social en los sistemas de prácticas sobre los que trasiega su naturaleza y contenido. En este sentido, ser maestro es ser un sujeto de saber a través del cual se construye una intersección entre la acción y la intención en la que abreva el sentido mismo del reconocimiento íntimo, pero también del reconocimiento mutuo inherente a los modos de relacionamiento entre las instituciones, los sujetos y los discursos por lo que el maestro deviene como tal.

La naturaleza pública del acto de enseñar es un acontecimiento que, atrapado en las coordenadas del espacio y el tiempo, no puede evitar estar comprometido con todo aquello que lo constituye y lo rodea, y como tal, tampoco puede evitar el posicionamiento, al punto de convertirlo en un asunto de orden político por el lugar mismo donde se produce: el escenario de lo público, entendido como el espacio social y el sistema de prácticas que lo acompaña, y que hace que aquel que lo encarne esté siempre de cara la acción política como confirmación de una parte de su ontología.

El sujeto maestro no sólo es un intelectual de la educación o de la pedagogía, es una superficie porosa a través de la cual la relación consigo mismo, con los otros y con su entorno le insta a producir, circular y apropiar saberes y conocimientos cuyo paso por lo político, en tanto estar en lo público, no le exime de ese encuentro y de esa característica misma del ser sujeto maestro, la condición humana y como tal parte de lo cotidiano que es amparado por lo público en tanto forma y contenido de lo político.

La faceta política del sujeto maestro es un rasgo de su naturaleza, no como un asunto de posesión o causalidad, sino como la materia primigenia que lo contiene, ya que la intencionalidad que lo acompaña no le viene solo de la exterioridad sino también de lo íntimo de su ser, pero en la perspectiva de la formación en la que está inscrito. Asimismo, la acción política que acompaña al sujeto maestro no puede ser confundida con una fabricación, sino que debe ser vista como un proceso formativo, en tanto la multiplicidad del origen es identificable pero las trayectorias son azarosas, y como tales suponen que aunque puedan ser diversas y antagónicas siempre son objeto de lo público que está en su tarea. De este modo, el sujeto maestro en tanto sujeto político, sería un texto inconcluso que se va escribiendo en el fragor de cada experiencia que atraviesa y lo atraviesa, de manera tal que su acción es plurisemántica y alterna a las posibilidades que en el encuentro con el otro se puedan suscitar. Visto así, lo político es una de las coordenadas sobre las cuales la cartografía del ser sujeto maestro se construye, dado que el acto mismo que lo acompaña engendra una práctica que por su carácter social anda comprometida y sujetada a las condiciones de posibilidad, existencia y funcionamiento que en el encuentro con el otro se suscita en lo público.

Asumir la praxis educativa como práctica pedagógico-política, implica además, superar la visión instrumental de la pedagogía, para comprenderla como “un campo de contradicción, lucha y resistencia a las formas de control que ha tomado el poder en lo educativo y lo pedagógico” (Mejía, 2011: 112), y una forma de trabajo cultural y político por medio de la educación, que manteniendo y reconociendo su especificidad, busca ser copartícipe en la construcción y recreación de los paradigmas que plantean que otro mundo es posible, contribuyendo a transformar el sistema de educación a todos los niveles y, por ese medio, a la sociedad en sus condiciones de injusticia e inequidad.

Bibliografía referenciada.
Freire, Paulo. (2012). Pedagogía de la Indignación: Cartas pedagógicas en un mundo revuelto. 1ª ed. Buenos Aires: Siglo XXI Editores S.A. 172p.
Freire, Paulo. (2007). Cartas a Guinea-Bissau. Apuntes de una experiencia pedagógica en proceso. 12ª edición en español. México: Siglo XXI Editores S.A. 252p.
Freire, Paulo. (1997). Pedagogía de la autonomía. 1ª edición. México: Siglo XXI Editores S.A. 139p.

Mejía, M.R. (2011). Educaciones y pedagogías críticas desde el sur. (Cartografías de la Educación Popular). Lima: Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL). 232p.

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